Maniobras destituyentes de Clarín contra Alfonsín.

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Tapa diario Clarín 13 de junio 1989

Esto es sin duda lo que hay de diabólico en esta idea [sobre El Panóptico de Jeremías Bentham] como en todas las aplicaciones a que ha dado lugar. No existe en ella un poder que radicaría totalmente en alguien y que ese alguien ejercería él solo y de forma absoluta sobre los demás; es una máquina en la que todo el mundo está aprisionado, tanto los que ejercen el poder como aquéllos sobre los que el poder se ejerce. Pienso que esto es lo característico de las sociedades que se instauran en el siglo XIX. El poder ya no se identifica sustancialmente con un individuo que lo ejercería o lo poseería en virtud de su nacimiento, se convierte en una maquinaria de la que nadie es titular. Sin duda, en esta máquina nadie ocupa el mismo puesto, sin duda ciertos puestos son preponderantes y permiten la producción de efectos de supremacía. De esta forma, estos puestos pueden asegurar una dominación de clase en la misma medida en que disocian el poder de la potestad individual.
Michel Foucault

Era el verano de 1987. Había pasado la “primavera alfonsinista”. El gobierno radical entraba en su cuarto año de mandato y después de las bocanadas democráticas y las manifestaciones de libertad, el accionar del presidente empezaba a cercenarse.

El (viernes) 13 de febrero encontró a Raúl Alfonsín en un palco eventual, al pie de la autopista Dellepiane, en el barrio de Villa Lugano, inaugurando la biblioteca pública bautizada Julio Saguier. Allí dispuso otra vez sus conocidas condiciones de orador en un memorable y desigual discurso donde, por primera vez, menciona con vehemencia el nombre propio de un medio de comunicación: Clarín:

«Soy respetuoso de la libertad de prensa, pero ustedes tienen un ejemplo hoy, en los diarios de hoy, yo les pido que lean el Clarín, que se especializa en titular de manera definida, como si realmente quisiera hacerle caer la fe y la esperanza al pueblo argentino. Yo respeto al diario el Clarín y el Clarín respeta al presidente, sin duda, y no ha de pretender que calle su opinión. Lean ese artículo que está vinculado a los anuncios sobre la desocupación. Sabemos que es un opositor acérrimo y no nos interesa. Sabemos que es, también, este tipo de artículos el que aparece cotidianamente en el diario. Pero léanlo porque la forma falaz en que está presentada la noticia de la disminución de la desocupación en la Argentina, es un ejemplo vivo contra lo que tenemos que luchar los argentinos».

En efecto, que un presidente se detuviera discursivamente a mencionar un diario llamó entonces la atención, casi hasta las fronteras de la consideración y el exabrupto.

¿Qué pasó?

“Alfonsín no cumplió”.

Un año antes (1986) el asfixiado presidente que no iría a renunciar a las capacidades productivas del Estado y planeaba sólo privatizaciones intermedias, había iniciado cambios en la política económica del país en el sentido pretendido por los organismos de crédito internacional y ciertos sectores del poder interno, abriendo el juego a los inversores privados y apuntando a la reducción del gasto público.

El partido gobernante había incluido en su plataforma política de 1983 la intención de modificar la entonces vigente Ley de Medios, dejando planteados tres sistemas para la explotación de la radio y la televisión: el reservado al Estado, el reservado a la gestión privada y el reservado al ente autónomo de derecho público no gubernamental.

Las empresas de medios gráficos, por su parte, se lanzaron a la posibilidad de acceder a la radio y la televisión y, para ello, necesitarían la modificación de la Ley de Radiodifusión, sancionada durante el gobierno de facto en 1980, Nº 22.285 que, en su artículo 45, fijaba las condiciones necesarias para acceder a la adjudicación de una licencia de radiodifusión. Puntualmente, el inciso e) mencionaba: “No ser propietario ni socio de diferentes sociedades de radiodifusión. No tener vinculación jurídica o económica con empresas periodísticas extranjeras. Tampoco con empresas periodísticas nacionales.”

En tanto existiera ese requisito, Clarín no podría acceder a ninguna licencia, ya fuera televisiva o radial, a fin de poder crecer empresarialmente. El entonces diputado radical, Leopoldo Moreau, relatará años más tarde el accionar del diario Clarín en pos de lograr sus metas.

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El enojo público del presidente Alfonsín respondió a una nota del matutino publicada aquella misma mañana del discurso, tomada por el mandatario como la gota que rebalsaba el vaso: “este tipo de artículos el que aparece cotidianamente en el diario”.

La disputa no sólo le permitiría a Clarín el crecimiento económico, sino también simbólico al poder intervenir en la construcción del discurso social. A través de su CEO, Héctor Magnetto, la empresa no sólo había iniciado la presión mediática desgastando diariamente la imagen del gobierno mientras construía legitimidad en su propuesta sino que, para entonces, ya había comprado Radio Mitre a través de testaferros e iba, incólume, por el respaldo legal.

Fue notable la construcción discursiva del diario atinente a acrecentar su poder simbólico a fin de generar la legitimidad social necesaria para presionar al entonces gobierno a que instaure los cambios económico-políticos del sector dominante al que el medio gráfico pertenecía, entendiendo que la profundización de las políticas de concentración económica iniciadas durante la década anterior, era parte de la disputa por obtener el monopolio de la información, intención última del grupo empresario.

Luego de casi un año de sostener entre sus páginas “noticias” tales como la “inseguridad” (tanto en los medios de transporte, como en la vía pública), la “crisis” de las provincias, la “crisis” financiera, la “crisis” económica, los “bajos salarios”, los aumentos de las tarifas de los servicios y transporte, las “huelgas” interminables, el “pésimo/estado crítico” de la educación y la salud, el “desfinanciamiento” de la producción agropecuaria y la “falla total” de todos los servicios públicos, el diario Clarín también mencionaría la “monopolización” del manejo de la información por parte del Estado, exigiendo la “administración” por parte de particulares de las estaciones de radio y televisión estatales.

tapa12Se observa cómo, en su descripción y calificación negativa de cada política pública llevada a cabo, se referenciaba al Estado y a lo público como el culpable de todos los males; connotando de esa manera que la solución vendría de la mano de los empresarios y del ámbito privado; instalando no sólo la idea de mayor eficiencia en manos privadas, sino también deslegitimando el rol del Estado y, en consecuencia, del Poder Ejecutivo, construyendo un discurso generador de hartazgo y desgaste (1) (2) (3).

El mismo Leopoldo Moreau relata como finalmente Clarín logró su cometido una vez caído el gobierno radical, seis meses antes de terminar el mandato. Por entonces, el presidente Raúl Alfonsín, reunido con prominentes empresarios locales, les pidió su apoyo para terminar los seis meses restantes a fin de cumplir el proceso democrático y entregar la banda presidencial al candidato electo, Carlos Menem. Allí fue cuando Héctor Magnetto, CEO de Clarín, espetó la famosa frase: “el obstáculo es usted”.


NOTAS:
(1) El 23 de enero de 1987 Clarín había publicado un editorial sobre la “inseguridad en los transportes públicos”, especificando el caso de robos en los colectivos. Un día después su columna haría referencia a la “insolvencia del gobierno” y a la “recesión imperante, en el marco de la situación financiera”. El día anterior al de las declaraciones presidenciales citadas, el diario publicó la “Lista negra de precios del mes de enero”, donde se darían los porcentajes de aumento de precios de diversos productos de consumo, a fin de medir el costo de vida, según el INDEC. Al respecto decía: “El promedio de las carnes rojas fue de 9,3%. El ranking fue liderado por el asado (12,7%), el matambre (11,2%) y el vacío (11,3%). Aunque el calor reine en verano habrá que acostumbrarse a comer mondongo, cuyo precio cayó 2,4%, la excepción que confirma la regla”.
(2) El día posterior al discurso del entonces presidente (sábado 14 de febrero de 1987), el diario publicó, además, las críticas de ADEPA a “los conceptos de Alfonsín sobre la prensa”; y el domingo 15 de febrero, más de media página en la Sección Política, con declaraciones de varios actores de la oposición, quienes “rechazaban” los juicios del Presidente.
(3) El domingo 15 de febrero (un millón de ejemplares vendidos), el diario publicó en su sección Panorama Político, un artículo escrito por Joaquín Morales Solá, titulado “Los modos de Alfonsín”, que refiere a los supuestos ataques sufridos por parte de “la prensa” de parte del poder político, expresado en frases como: «A ningún gobierno –en el mundo ni en la historia– le ha gustado la crítica. Pero la administración de Alfonsín es especialmente sensible a las objeciones, vengan de sectores políticos o de la prensa que no controla. (…) La prensa independiente argentina parece condenada al acoso permanente, es historia conocida las presiones y los forcejeos que debió sufrir en el anterior régimen militar. (…) un diario no debe ser opositor ni tampoco oficialista; simplemente debe mirar la realidad con los ojos que Dios le ha dado».

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