Si Menem hubiera dicho lo que iba a hacer no lo votaba nadie.

Sobre el ilimitado poder de los medios de comunicación en la creación de opinión pública va, a modo de mosaico, un ejemplo paradigmático. El personaje en cuestión es Carlos Saúl Menem, presidente argentino (1989-1999) que, bajo la sombra de las banderas peronistas, llevó a cabo un gobierno de extremo corte neoliberal según recetas del Consenso de Washington.

Está profundamente instalada en la sociedad argentina la frase «si hubiera dicho lo que iba a hacer no lo votaba nadie». Incluso fue pronunciada por la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner durante un discurso en Costa Salguero que arrancó aplausos, en el marco del Primer Encuentro Nacional de Jóvenes de la Agricultura Familiar (2009).

«Tal vez algunos otros no pueden contar qué proyecto tienen porque si hubiera contado lo que iba a hacer seguramente nadie lo hubiera votado.»

No hacía falta nombrar al referido y, de hecho, Cristina Kirchner no lo nombró. Todos sabían que el referido era Carlos Menem, el mismo que fue amparado por los sectores de poder que jaquearon al gobierno kirchnerista durante una década.

Tan profunda es la huella de la frase como la falsa atribución, ya hundida en los tiempos de origen y bajo la posterior y aún vigente catarata de opiniones. Es desde entonces que se reconoce al propio Carlos Menem como autor de la frase: «Si yo hubiese dicho lo que iba a hacer, nadie me hubiera votado».

La atribución al propio Menem, hecha por un periodista, acaso tuvo la intención de revertir el cinismo en otra picardía simpática del presidente riojano, durante los primeros años de su gobierno. Pero la verdad es que Menem nunca dijo esa frase y que quién puso en palabras el silenciado pensamiento colectivo fue el ex tenista Guillermo Vilas, durante un programa televisivo en el que fue reporteado por el periodista Bernardo Neustadt en 1990.

«Yo creo que si la gente que lo votó sabía que él iba a tomar las medidas que ha tomado después que asumió, no lo hubiese votado».

Así, cuando se trata de medios masivos, el riesgo es que el público, sin acceso a fuentes propias, tome literales versiones interesadas que se presentan como sucesos comprobados. Una vez instalada, la versión se repite sin asomo de dudas y sobre ese dato ya asumido como incontrastable comienzan las opiniones a favor y en contra.